1. Los Congresos del Partido del Trabajo de Corea y el 8º Congreso de 2021.

El Partido del Trabajo de Corea (PTC) es el Partido hiperdominante en la escena política de Corea del Norte. Aunque formalmente existen dos Partidos más –el Partido socialdemócrata y el Partido chendoísta-, lo cierto es que su vida es inánime y desconocida. Todo el poder, en teoría, reside en el PTC y especialmente, en su cúpula dirigente al frente de la cual se sitúa Kim Jong Un.

Por ello, los actos y reuniones de los órganos del PTC son de gran importancia política en el interior del país y son seguidos con atención en el exterior. Cuestión distinta es si los acuerdos y decisiones relevantes del Partido se toman en estos actos y reuniones públicas o bien en el interior oscuro y reducido del grupo dirigente.

De hecho, el modelo del PTC sería el mismo que los Partidos Comunistas europeos y asiáticos que existieron en el pasado y aún perviven en el presente, en especial en China y Vietnam, en el caso de Asia. La jerarquía de reuniones y actos partidarios culminan, cada cierto tiempo, en el “Congreso”. A lo largo de la semana del 4 de enero y aún sigue en la semana del 11 de enero se ha celebrado el 8º Congreso del PTC, es decir, el teóricamente órgano máximo del Partido en la toma de decisiones.

Como ya tuvimos ocasión de analizar al comentar la Carta de Año Nuevo de Kim Jong Un, el inicio del Congreso estaba en puertas. Desde el 1 de enero pasaron pocos días para el inicio del Congreso y ello justifica aún más la escueta Carta que se emitió, pues las proclamas y discursos se dejaban para el 8º Congreso.

De hecho, el 8º Congreso se anunció en agosto de 2020, pero sin fijar la fecha. Tampoco se marcó un contenido concreto, más allá de aspectos muy formales Se afirmó, entonces, que acontecería en enero, pero tampoco se concretó en que días y cuanto duraría. Así, aunque previsto, no se sabía en qué fecha se iniciaría y el lunes 11 seguía el Congreso sin que se indique cuando finalizará.  Desde el Observatorio 9-B planteábamos que el 8º Congreso se efectuaría antes del 20 de enero, fecha de toma de posesión de Joseph Biden como nuevo Presidente de EEUU. Finalmente, el inicio aconteció el martes día 5 de enero y aun en el lunes día 11, continuaban las reuniones, muchas más que las que se celebraron en el 7º Congreso de 2016.

2. El significado del 8º Congreso del Partido del Trabajo.

El PTC celebra en enero de 2021 su 8º Congreso; el anterior fue en el 2016, el 7º. Con anterioridad, el 6º Congreso aconteció en 1980. 

El primer dato importante a resaltar es que entre 1980 y 2016 no se celebró ningún Congreso. Ello supone que los últimos catorce años de vida de Kim Il Sung -que vivió entre 1912-1994 y ejerció la máxima autoridad del país entre 1948 y 1994- no se celebró ningún Congreso y en el periodo de gobierno de su hijo Kim Jong Il entre 1994 y 2011, tampoco hubo reunión congresual. Este dato es importante, porque Kim Jong Il gobernó de manera mucho más autocrática que Kim Il Sung, cuanto menos en la formalidad del funcionamiento del Partido. Nunca se ha explicado la razón de estos 36 años sin convocar un Congreso.

Con Kim Jong Un se retomó la secuencia temporal. Así, el salto temporal de 1980 a 2016 supuso 36 años sin ningún tipo de Congreso se ha modificado en los últimos diez años. Kim Jong Un asume el máximo poder a finales de diciembre de 2011 y ya en el 2016 se celebra el 7º Congreso y, con la secuencia formal de cada cinco años –lo habitual en los Congresos de tipo comunista- se ha repetido en 2021, unos meses antes de lo previsto. Antes de 2016, se habían celebrado dos “mini-Congresos”, las denominadas “Conferencias” del Partido de 2010 y 2012, que anticiparon esa vuelta a la “normalidad”.

Por consiguiente, el primer gran significado del Congreso es que con Kim Jong Un el PTC ha recuperado gran parte de su papel central en la política norcoreana. De hecho, este dato ya era evidente en la última década y claramente desde 2016.  Frente al periodo de su padre Kim Jong Il en que jamás se convocó un Congreso, con Kim Jong Un se han celebrado ya dos. Si el 7º fue importante y duró cuatro días, en el 8º Congreso, el ritual es más prolongado. Cuando se escribe esta nota informativa, parece evidente que nos ubicamos casi al final de todas las reuniones y a la espera del también discurso final de Kim Jong Un.

3. Los debates y decisiones del 8º Congreso del Partido del Trabajo.

En los medios de comunicación que siguen habitualmente el día a día de Corea del Norte y los think tank especializados se ha publicado ya comentarios y conjeturas sobre la importancia de los acuerdos adoptados en el Congreso. A lo largo de los próximos días iremos publicando comentarios específicos sobre los acuerdos del Congreso, con la necesaria calma y reflexión, por cuanto no todo lo que aparece en el Congreso es como se afirma y tampoco conocemos el contenido de determinados discursos y decisiones. Así, no es público el discurso de nueve horas que ha pronunciado Kim Jong Un en la segunda jornada del Congreso, por lo que sólo podemos aportar algunos retazos de ese larguísimo discurso que han publicado los medios norcoreanos.

El Congreso ha reunido 4500 delegados y las voces más autorizadas anunciaban que el eje central del Congreso sería la economía. Así fue ya desde el inicio, cuando se pronunció una fuerte crítica a la situación económica del país. No obstante, los debates han tratado muchos más temas, con algunos elementos importantes a destacar, provisionalmente. En todo caso, no sólo la economía preocupa al régimen de Pyongyang.

En primer lugar, cuando nos referimos a “debates” hay que señalar que en el Congreso no hay pugna alguna de referencia ni opiniones contrastadas entre miembros o facciones ni tan siquiera leves discusiones. Todo está “cocinado”. Hay una única línea política y todos los acuerdos se aprueban por unanimidad, sin ninguna teórica fisura. El modelo de los Congresos del PTC es de absoluto monolitismo, en donde desde el principio la cúpula dirigente sabe todo lo que se aprobará y siempre por total y absoluta unanimidad, lo que no implica que los 4500 delegados lo supieran al inicio del Congreso, sino sólo un muy restringido círculo. Un Congreso del Partido en la Corea de Kim Jong Un solo puede entenderse como un paseo militar.

En segundo término, en el Congreso se ha tratado sobre la política exterior de Corea del Norte. Hay dos referencias fundamentales: Corea del Sur y EE.UU. Y un elemento igual de fundamental pero colateral: el desarrollo del programa nuclear.

Kim Jong Un ha afirmado en el 8º Congreso que EE.UU continua siendo el gran enemigo del Estado norcoreano. Se le considera el “principal enemigo y gran obstáculo para nuestro desarrollo revolucionario”. Ni una sola palabra sobre Donald Trump pero tampoco sobre el nuevo Presidente Joseph Biden –o al menos, así se deduce hasta el momento-, si bien hubo una indirecta referencia a la nueva Presidencia: “no importa quién esté en el poder, la verdadera naturaleza de EE.UU y sus políticas básicas hacia la República no van a cambiar nunca”. Aviso para navegantes pues a buen seguro los delegados al Congreso sí conocen que habrá cambio de Presidencia en EE.UU.

En tercer lugar, en el Congreso se ha reforzado la voluntad del Estado norcoreano de seguir con su programa nuclear. Ningún comentario a favor de la desnuclearización, al contrario. 

Kim Jong Un piensa seguir reforzando su armamento nuclear, para disuadir cualquier ataque externo y además mantener la hostilidad hacia Washington y Seúl. Así ha afirmado que “debemos fortalecer nuestras capacidades nacionales de defensa” lo que supone, literalmente, reforzar el armamento nuclear, ya que Corea del Norte no tiene capacidad económica para igualarse al Ejército convencional no nuclear de Corea del Sur. Expresamente, se buscar desarrollar misiles intercontinentales y misiles nucleares y la construcción de submarinos nucleares, todo ello un deseo excesivo difícilmente creíble, cuanto menos en el caso de estos últimos. 

En cuarto término, se han adoptado decisiones estrictamente de organización del Partido. Algunos comentarios indican que la hermana Kim Yo Jong ha caído “en desgracia”. Es muy temprano para afirmarlo, pero cuanto menos, no ha sido impulsada hacia puesto de mayor poder o relevancia. Recordemos que se dio por fallecido a Kim Jong Un durante el 2020 y también que su hermana Kim Yo Jong era la real número 2 del régimen; a los estudiosos de Corea del Norte les es muy grato teorizar sobre idas y venidas, fallecimientos y reapariciones y todo sin ninguna sólida base;  así pues, todas las teorías basadas en elementos casuales deben ponerse muy en cuarenta.

Por otro lado, Kim Jong Un, hasta el momento “Presidente” del Partido, ha pasado a ser “Secretario General” del Partido, cargo que ostentaba su padre fallecido. Este detalle ha sido muy resaltado por los medios de comunicación del régimen, lo que quizá supone también un reforzamiento de su posición y el inicio de un culto a la personalidad propio y singular, más intenso que el seguido hasta el momento.  Si así es –deberemos esperar a la “letra pequeña”- de los acuerdos y discursos, supondría romper una línea histórica: ningún dirigente norcoreano de la familia Kim ha ostentado el mismo cargo que lo hizo su padre o abuelo, en una especie de respeto confucionista al antecesor. Posiblemente también, Kim Jong Un se está quitando la alargada sombra de su abuelo y padre para crear su propia figura, conforme se hace más mayor – en teoría, en dos o tres años cumplirá los cuarenta- y cumplirá en diciembre de 2021 los diez años en el poder.

4.Algunas conclusiones provisionales.

A 11 de enero, el Congreso sigue, pero está encarando el final. Lo más significativo del Congreso no serán las resoluciones que se adopten ni tampoco los discursos de Kim Jong Un que tarde o temprano se publicarán. O, en todo caso, no será lo único que deberemos tener en cuenta.  Lo más relevante será como se concretarán estas decisiones en las próximas semanas y meses, si habrá una real modificación de las personas que han formado hasta el momento la máxima cúpula dirigente y si Kim Yo Jong –su hermana- ha pasado a un tercer plano o sólo es una maniobra puramente táctica.

Tres elementos deberán ser seguidos con atención; en primer término, si tras el Congreso habrá modificación de cargos en los órganos del Estado y también del Ejército, lo que es muy posible y en donde quizá saldrán y entrarán nuevas personalidades en la superpoderosa Comisión de Asuntos Estatales, en el Consejo de Ministros y, por supuesto, el perfil de los nuevos cargos entrantes y salientes en los máximos órganos de dirección del propio Partido.

En segundo término, sí habrá modificaciones en la política económica, que implicará necesariamente cambios en el Consejo de Ministros, órgano encargado de la ejecución de esa política, lo que deberán pasar muchos meses para ver estas concreciones o si sigue el marasmo actual. La economía siempre ha sido el talón de Aquiles del Estado norcoreano, si bien curiosamente aunque desde los años 60 ha ido de fracaso en fracaso, no ha logrado hundir el régimen.

Finalmente, debemos estar alerta a como se relacionará Kim Jong Un con la Administración Biden y que orientación dará a su programa nuclear. Según cual sea el comportamiento de Pyongyang, Joseph Biden deberá enfrentarse al primer desafío internacional o bien, si Corea del Norte se mantiene durante unos meses en situación de tranquilidad, la Administración norteamericana se centrará en asuntos mucho más urgentes, en el interior del país y en el exterior. Conociendo la lógica de orden y jerarquía imperante en Pyongyang, las escenas del 6 de enero en el Capitolio no debieron ser en absoluto del agrado de la dirigencia pero la Administración Biden no será tampoco errática y voluble como si lo fue la de Trump y ello es un cambio de las reglas de ajedrez en el tablero norcoreano.

Observatorio 9-B de Estudios norcoreanos.

11 de enero de 2021.

Observatorio-estudios-norcoreanos@gmx.com

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